Hace ya demasiado, hubo
un tiempo en el que daba mucho las gracias.
Comparándolo
con ahora evidentemente parecían tiempos mejores, o peores no sé, lo mismo eran
más vacíos, pero en el fondo me da igual, yo era bastante feliz, una cosa
razonable. Lo malo es que yo tuve poco que ver en ese cambio, ni lo provoque yo
ni tuve la culpa de volver a mi estado normal después. Básicamente me dejé
llevar, y bendito momento en el que lo hice.
Lo más
impactante, lo que más me ha llamado siempre la atención, es que me dieran las
gracias.
Me
explico:
Viene
alguien, te altera completamente tu forma de pensar, te abre los ojos y te hace
sentir feliz.
Siempre se
reía de mí y sonreía mientras decía: "No eres más que un romántico
idealista que intenta negarlo siempre"; ella aparentaba no serlo, y creo
que debajo de esa capa de "gracias" lo era, pero qué más da.
Ella era una bonita morena, reservada, con una dulce sonrisa, tan dulce como selecta, no todo el mundo podía presumir de conocerla. Sus preguntas no eran fáciles, y sus respuestas solamente aparentaban
serlo. Las conversaciones resultaban realmente interesantes y siempre sabía que
música elegir, qué bien que sonaba aquello...
Lo último
que conservo, antes de que desapareciera sin más, es un papelito
con la palabra que tantas veces repitió, y que tan pocas veces le vi el
sentido: "Gracias!".
Y
desapareció.
La de
vueltas que le daría yo a aquél papel. Nunca entendí a qué venia tantísimos
gracias, y a día de hoy sigo sin entenderlo. Pero bueno, con el tiempo aprendí
a disfrutarlos y se me fue pegando la costumbre de dar las gracias siempre que
me apeteciera, aunque las leyes sociales no lo indicaran, aunque se quedara
fuera del protocolo. Y joder, no sé qué mecanismo tenía aquello, no sé cómo
mierdas actuaba en mí, pero me hacía sentir feliz, y eso estaba muy bien.
Con el
tiempo fui perdiendo esa buena costumbre, y aun que las conversaciones surgen esporádicamente
un par de veces al año, la verdad es que nunca le he echado los huevos
suficientes para preguntarle por qué tantas gracias... o quizás dárselas yo.
Me dejó un
papelito blanco y una muy buena recomendación musical.
Nada más que
añadir.
"Gracias!".
(Entonces nadie conocía a Vetusta Morla, era algo especial)
No hay comentarios:
Publicar un comentario