sábado, 4 de abril de 2015

No hay mujer más bonita, que la que acaba de correrse.
No se dan clases de maquillaje ni técnicas de pintura
capaces de mejorar lo que consigue un orgasmo.

Buscando, intenté encontrar responsables.
Culpé el ejercicio como causante de mejillas sonrosadas,
de ese pelo alborotado y esa risa jadeante.
Pensé en acusar a los estrógenos
por esos pechos y labios engrosados
por ese vaivén hipnotizante
pidiendo a gritos ser mordidos.

Mis conocimientos de anatomía y fisiología quedaron en balde
buscando semejante autor de belleza.
Y todo aquello siempre sonaba a lo mismo.
Solo olía a ti.


Yo, desde abajo,
disfruto del mejor paisaje,
de esa foto en contra picado de tu boca.
De ese pelo alborotado de leona
que te corona reina de la selva en mi cama.
De ese medio jadeo convertido en grito
que avisa la llegada
de la cara más bonita
que jamás tendrá una mujer.

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