Nos miramos a escondidas
con la vergüenza del primer día.
Jugando con tensión por
evitar un cruce de miradas.
Disfrutando, a hurtadillas,
lo guapa que sigues estando,
lo mucho que aún me gustas.
Nos miramos de reojo,
sabiendo que no debemos.
Como un hombre a dieta
frente al cristal de la pastelería,
Como un drogadicto con el mono
y un nudo en el estómago
pidiendo a gritos otro tiento.
Como proscritos reincidentes
sabiendo que no deben caer.
Como nos hemos mirado,
tantas otras veces...
No hay comentarios:
Publicar un comentario